La violencia contra las mujeres en Tlaxcalancingo es invisibilizada

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Algunas denuncias

Tendederos: expresión de las voces calladas

 

El martes 11 de marzo se instaló en la plaza principal de Tlaxcalancingo un tendedero de denuncia para las mujeres de la comunidad. La salida de las chicas de la secundaria generó una gran expectativa e interés por saber qué es lo que había colgado entre los dos postes, frente a la iglesia y la presidencia auxiliar. Las chicas a cargo de la actividad empezaron a invitar a todas las mujeres que iban pasando para que denunciaran alguna violencia vivida por ellas mismas o por alguna conocida o familiar.

 

El resultado de esta actividad se tornó incómodo y sorpresivo para algunas de las personas que pasaron por ahí, ya que algunos de sus conocidos resultaron expuestos en este ejercicio de expresión por parte de las mujeres de la comunidad, hubo algunas preguntas sobre la legitimidad de las denuncias e incluso algunas de ellas culpaban a las mujeres por la actual situación de violencia.

 

Ya por la tarde se generó un diálogo con otras de las personas que se preguntaban ¿qué se puede hacer para resolver esta situación?. Estos ejercicios se han vuelto una herramienta social para muchas de las mujeres que han vivido acoso y violaciones en contextos o espacios donde es muy díficil levantar la  voz, y este es un canal para ello.

 

Los inicios

En 1978 la artista Monica Mayer instaló el primer tendedero en México, como un medio para expresar y hablar del acoso que sufrían principalmente las mujeres, a esta expresión se le llama Artivismo, “una pieza de denuncia en la que claramente lo personal se vuelve político”.  https://www.pintomiraya.com/redes

 

La manera en que lo hizo, fue que varias mujeres contestaran en un papel una pregunta: ¿como mujer lo que más detesto de la ciudad es? Y el resultado fue una pared de 3 x 2 metros, llena de papeles con denuncias sobre acoso sexual en las calles y el transporte público, es de llamar la atención que cuando se inauguró la exposición, espontáneamente las mujeres presentes empezaron a llenar los huecos restantes con sus propias experiencias.

Para el 8 de marzo de 2016, Mónica volvió a instalar un tendedero en Bellas Artes con la pregunta ¿cuál fue tu primer acoso?, este mismo ejercicio se replicó en las redes, lo cual implicó una marea de denuncias, en donde se visibilizó mucha de la violencia sexual que vivimos las mujeres en las calles, en el transporte, pero no sólo eso también en los espacios donde cotidianamente estamos como la escuela, el trabajo y la casa.

 

Las escuelas, principalmente, adoptaron esta forma de denuncia y haciendo uso del derecho a la libertad de expresión, se empezaron a instalar a lo largo del país, es importante resaltar que al ser una forma de denuncia social, se hace de manera anónima para conservar la seguridad de las mujeres que plasman su experiencia.

 

La consigna que surge de los tendederos

Podría decirse que esto destapó la caja de Pandora, es decir, se desataron las voces que callaron por mucho tiempo los abusos por los que hemos pasado el 95% de las mujeres en México. La respuesta de los agresores fue de malestar y oposición hacia estos ejercicios, pero otras personas también lo han hecho, con argumentos como el no existir pruebas o darlas en el momento que se instala el tendedero, tratando de deslegitimar las acusaciones.

Lo cierto es que en nuestro país el probar una situación de acoso o violación es prácticamente un viacrucis para la victima, pues además de casi estar «in fraganti» en el delito, los policías, jueces y demás personas que pertenecen a la llamada “justicia” no tienen la preparación ni la voluntad de ejercerla, y esto más bien se vuelve un proceso de revictimización en donde las mujeres se enfrentan a un sistema que no está interesado en castigar a los culpables sino a las mujeres.

Muchas veces escuchamos: ¿cómo iba vestida, por qué iba sola, esas no son horas para salir, las mujeres de ahora no se dan a respetar, por qué tomó? Y si hablamos de un feminicidio: ¿Por qué no lo dejó antes? ¿Por qué andaba con él? Claramente se vuelve responsable a las victimas de haber pasado por una situación que en ningún momento buscaron; esto sin tomar en cuenta que cuando el abuso se da en la casa o en el circulo familiar todos estos “argumentos” pierden sentido.

 

Todo lo anterior nos lleva a pensar en una cultura de extrema violencia hacia las mujeres y niñas, en donde todo se justifica y es más importante mantener lazos familiares, de trabajo o sociales,  por encima de la vida e integridad de las mujeres que vivimos en la comunidad.

 

Ya es hora de ir cambiando estas formas de pensar y de actuar, las mujeres ya no estamos dispuestas a seguir aguantando y llevando sobre nuestros cuerpos y mentes la violencia de los hombres,  además de eso, figurar como las responsables de quienes piensan que pueden hacer lo que quieran con nuestros cuerpos, hasta el grado de quitarnos la vida. Y mientras esto se mantenga, los tendederos seguirán siendo una herramienta para romper el miedo y la injusticia por parte de las mujeres.

11 de marzo 2020

Radialista y feminista con pasión por las letras. Interesada en proyectos ciudadanos y comunitarios.


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