Crónicas de una muerte anunciada; el fútbol mexicano

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Los datos fríos

El fútbol mexicano está en decadencia, no titubeo al declararlo en el inicio de esta nota. Tras la reunión de Enrique Bonilla, presidente de la Liga MX, con los dueños de los equipos de primera división el pasado 17 de abril se acordó la eliminación de la categoría de ascenso durante un periodo de 5 años, en cambio, se presentó una nueva modalidad competitiva en el que los equipos de la división de plata junto a otros pertenecientes a la Premier Ligue conformarían la nueva “liga de desarrollo”.

Tanto se ha especulado, los rumores de diversos medios (sumados al sensacionalismo) han generado un caudal de información caótico en el que no se presenta de manera concreta este nuevo proyecto de la liga mexicana. Son pocas cosas especificas las que se saben:

  • El torneo actual de la liga de ascenso, pausado por la pandemia, se cancela sin presentar campeón.

  • Para la apertura 2020 no existirá algún equipo que ascienda. No hay que olvidar que Alebrijes de Oaxaca ya poseían medio boleto para el ascenso a la máxima categoría.

  • No habrá descenso en la máxima categoría durante 5 años, sin embargo, los equipos que acaben en los tres últimos lugares tendrán que pagar una multa.

  • Se formará la liga de desarrollo en sustitución a la anterior con la finalidad de descubrir y pulir nuevos talentos. La edad límite establecida es de 23 años (seguramente con sus respectivas clausulas).

  • Se le dará un apoyo anual de 20 millones de pesos durante 5 años a los 12 equipos pertenecientes a la (desaparecida) liga de ascenso con el propósito de consolidarse en la liga de desarrollo.

  • Se elimina la regla 20/11, el cual obligaba a los equipos de primera división cumplir con mil minutos de juego de sus jugadores menores a 21 años 11 meses.

El resto sigue siendo especulación, incluso la venta de las plazas faltantes de la Liga MX (posiblemente se busque ampliarla a 20 equipos).

A todo esto, se le suma los planes de un futuro no lejano en el que se pretende conjuntar la liga mexicana con la estadounidense para formar una liga norteamericana; proyecto que ha develado directamente Alejandro Irarragorri sin mucha certeza.

 

Un fútbol rentado

Tras sumergirme en un mar de información, donde casi me ahogo entre remolinos y olas de irreverencia deportiva, salí a flote a la costa, saturado, cansado, incluso puedo decir que hostigado del futbol mexicano. Este deporte es un espectáculo lucrativo, los más puristas (como yo) pueden estar en desacuerdo, pero no hay manera de negar la realidad: vivimos en un mundo en el que el fútbol profesional nos es rentado por gente de traje que no mira fútbol.

Son empresas, cooperativas, agrupaciones, etc., quienes deciden sin muchas trabas el rumbo del balompié mexicano sobre una mesa de dueños. Ellos son quienes juegan con la liga y no la dejan jugar al fútbol; ellos son quienes nos prestan su espectáculo para consumirlo, pero nos recuerdan que estamos lejos de ser parte de ese mundo; nuestras alas se derriten al intentar acercarnos al sol.

Se aprovechan de nuestra necesidad de futbol, una necesidad que pretende apaciguar las enfermedades que solo se dan en el tercer mundo, en el que el espectáculo se vuelve el bálsamo para las heridas sociales, en el que el fútbol nos iguala a los otros, nos hermana y nos enemista, pero al final nos conjunta en una nación de tres colores. La liga mexicana nos da esta medicina amarga, más amarga con forme pasa el tiempo, la cual solo nos queda consumirla de lo contrario uno muere de tristezas y desamores, uno muere de aburrimiento por falta de pasiones.

Hace mucho que el fútbol profesional no es nuestro, y se pretende alejar un poco más.

La decadencia

Se busca culpables a diestra y siniestra, se señalan actores como responsables del asesinato de una liga gris, opacada por los escándalos de cada año y se justifica la creación de la liga de desarrollo como la salvación de la liga de ascenso, porque ya no existe restructuración en la mente de estos “genios” del balón.

Diversos medios, algunos con ironía, comentan la nula atracción para los empresarios de invertir en una liga que solo genera pérdidas. Incluso, algunos confrontan al aficionado ofendido, ridiculizando su falta de acción para que un equipo salga a flote. Comentarios como “por qué no invierte millones para salvar la liga en vez de quejarse”, “el futbol es un negocio y no tiene por qué responder a la sociedad “, son el pan de varios programas deportivos. Culpan al consumidor, al aficionado, al jugador, a quien menos puede hacer algo por los turbios manejos de la liga. Se dice por ahí que lo hemos dejado morir todos.

Los clavos del ataúd lo han puesto los dueños de la liga, no es culpable usted, no es culpa mía tampoco. No hay quien quiera apoyar a una liga de ascenso cuando el monopolio de los equipos grandes genera reglas que solo los protege a ellos: normas inventadas, clausulas ocultas, ventas ilegales (tanta falta me hacen mis Lobos), certificados volátiles, pactos bajo la mesa, entre un sinfín de estrategias que no permiten al equipo ascendido jugar a la par. Nadie invertirá en una liga sin reglas claras.

 

¿Qué tan atractivo es ver fútbol hoy?

Al ascenso lo han matado a lo largo de los últimos años, la han desarmado por partes, la han fracturado y de sus restos aún buscan hacer negocio. Nadie duda de que era un muerto sin futuro, pero lo que nos han traído a cambio es una liga de primera división sin temor al descenso, sin sabor ni sazón. Era tan atractivo un campeonato como un partido por la permanencia, algo que los visionarios no pudieron ver. Se extrañará sufrir por descender, llorar de felicidad por subir de categoría, se extrañarán los dramas del fondo de la tabla.

Conforme pasan los años a uno se le van las ganas de ver fútbol en su propia tierra. Aquellas medidas que pretenden mejorar la liga solo generan un desgaste en su calidad. ¿Quién garantiza que habrá desarrollo con este nuevo formato? Los problemas del joven debutante no parecen acabar; jugar en la cancha solo es para aquellos que lo pueden pagar.

El negocio no está peleado con el desarrollo futbolístico, pero parece que no se pretende arriesgar y solo se busca ganar. Esta forma de manejar las cosas nos ha quitado tanto: Copa América, Libertadores y ahora nuestra propia identidad al fusionarse con la MLS. Se lucra con la nostalgia del paisano que pagaría por consumir cualquier cosa que le recuerde a su tierra. El dinero le está quitando la calidad a una liga que comienza a desaparecer. La liga de ascenso se anunciará como precedente de la desaparición de la liga mexicana, de su muerte anunciada.

Cada vez veo más cerca el día en el que se prefiera ver la MLS, en el que su espectáculo y calidad sean mejor que la MX.

Sociedad y futbol

Que nos queda por hacer a nosotros los aficionados frente a un muro cada vez más alto que no permite ver el partido. Conforme pasa el tiempo me doy cuenta que el fútbol se vuelve más parecido a la sociedad, mejor dicho, se ha vuelto un producto de ella… Grave sacrilegio en el que se está convirtiendo. Es un error emular lo de fuera siendo aquello de lo que se quiere escapar.

Se nos ha ido de las manos el rumbo del deporte que mueve montañas de personas cada quince días; el grito de gol se vuelve más mecánico, menos emocional, como si las jugadas fueran actuadas, y por más espectaculares que sean diseñados los partidos, nos seguimos encontrando dentro de la obra escrita por los analfabetos del fútbol.

Sin embargo, este nuevo desechable de la sociedad puede ser confrontado como se confronta a la sociedad misma: desde abajo y unidos. La respuesta posiblemente no sea favorable, pero lo importante radica en el ruido que se haga desde el punto de partida, la protesta debe ser fuerte para ser escuchada; si es inevitable la muerte de nuestro fútbol, que la agonía entonces no deje dormir a quienes lo han asesinado.

Hay quienes ignoran el poder político de este deporte, pero dentro de la historia es inevitable encontrarse con la protesta ligada al balón. Desde la democracia corinthiana en Brasil, pasando por las barras bravas en Chile contra Piñera, hasta llegar a los desaparecidos tiburones de Veracruz. Este es el fútbol con el que me siento completo.

Tras lo acontecido con la liga de ascenso, se busca castigar a los dueños con el polémico grito ya sancionado por la FIFA; un grito absurdo, insensible y desesperado para aquellos aún más desesperados. Solo el tiempo dirá la efectividad de la voz del aficionado que ya no quiere (tampoco puede) rescatar a la pasión de sus domingos, a la nobleza de su fútbol, sino castigar a quienes lo han sepultado.

¿En que nos afecta este desgaste deportivo? ¿Por qué molestarse escribiendo lo que se ha perdido? Yo les respondo: que si no es por el fútbol, reflejo de nuestro pueblo (sociedad) que lucha por las injusticias, de que otra forma se puede vivir defendiendo lo que se quiere.

 


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