La esencia de nuestros fieles difuntos

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Texto: Mariana González Morales.
Fotografía: David Morales Macuitl.

 

Estuvimos recorriendo el panteón de nuestra comunidad, el objetivo: Conocer historias que nos muestran el valor de nuestra gente, recuerdos, tradiciones, el amor y el respeto por los que se fueron.

 

Recorriendo el campo santo, como leerán en las historias siguientes, nos encontramos con la familia Toxcoyoa Pablo, quienes nos invitaron a visitar su ofrenda, contándonos lo que para ellos es el incienso, las alfombras de flores al pie de la puerta de cada casa y la cera, por mencionar algunos elementos que componen la ofrenda para los fieles difuntos en Tlaxcalancingo. También nos hablaron brevemente del desayuno que los haijados llevan a sus padrinos.

 

Antes de continuar con la lectura, escucha lo que nos dice Doña Juliana Pablo, y sus hijas María Florencia Toxcoyoa y Micaela Toxcoyoa.

 

 

«El mejor chef del mundo»

Aquí descansa Ruperto Juárez.

 

 “Él era el mejor Chef del mundo, trabajó en los mejores restaurantes del Bronx en Estados Unidos. Era el tío al que más quería, se fue hace 5 meses” –Nos cuenta su sobrina Pilar, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

 

A pesar de la pena, la familia Juárez Coatl lo recuerda con amor colocando en su ofrenda mole y pipianes… ¡Eran sus favoritos!

 

 

«Tacos Richard»

Nos encontramos con la familia Coatl Villegas, limpiando y arreglando la tumba de Ricardo Coatl, quien fuera propietario de los Tacos Richard, de la calle Cuauhtémoc. ¡Seguramente ya los has probado!

 

Leonardo Coatl, su hijo, preparaba la tierra para sembrar un árbol y un rosal, ya que a Don Ricardo le gustaban mucho las plantas y los espacios verdes.

 

“Mi papá siempre quitaba todas las piedras de la tierra, para que la raíz de las plantas pudiera extenderse libremente”.

 

Su esposa y 11 hijos lo llevan en sus recuerdos.

 

 

«Que nunca falte un vaso de leche y pan»

Nos encontramos con la noticia que uno de nuestros radioescuchas yace en este panteón. Don Esteban Pérez de 90 años a quien conocimos hace unos meses, durante nuestros recorridos para colectar donativos para la radio, ya descansa en paz.

 

Su hija, la Sra. Florencia Coatl nos cuenta: Le pusimos una mesa con frutas, su cubita, sus chapulines, su vaso con leche y pancito, que no podían faltar.

 

Según las creencias de la familia Pérez Coatl, esta vez Don Esteban vino a cargar la ofrenda para llevarle a otras ánimas. Ya para el siguiente año su alma regresará a este mundo para disfrutar de los manjares que le tendrán listos sus 6 hijos y sus nietos.

 

Descanse en Paz Don Esteban Pérez.

 

 

«Amigas hasta en la muerte»

Muchos suponemos que quienes van al camposanto en estas fechas, son los familiares más cercanos de los difuntos: padres, hijos y nietos.

 

A ellas dos, las encontramos sentaditas en la tumba de Ma. Estela Polanco. Creímos que descansaban después de llevarle flores o velas a algunos de sus familiares, pero nuestra sorpresa fue saber que estas dos mujeres, Francisca Coyotl y Vicenta Osorio Cuaya, amigas desde hace ¡37 años!, fueron a visitar a la Sra. Estela, con quien mantuvieron una gran amistad ¡por 18 años!

 

“Fue patrona de mi esposo, pero era una de esas patronas humildes” –dice Francisca al recordar que fue su esposo quien construyó la casa de Estela cuando ella llegó a Tlaxcalancingo. Estela era de Puebla.

 

Esta amistad asegura que nunca faltarán flores en sus tumbas…. ¡Hasta que la muerte las separe!

 

Por cierto, Vicenta conoció a Francisca gracias a su suegra. ¡Las suegras buena onda, sí existen!

 

 

«Sembrador de nopales»

Nos encontramos a la familia Toxcoyoa Pablo, poniendo flores y decorando la tumba de Antonio Ismael Toxcoyoa.

 

En cuanto preguntamos qué es lo que pusieron en su ofrenda una de sus hijas “saltó” y nos dijo: Tienen que ir a verla. ¡Nos quedó hermosa!

 

“Le pusimos su fruta, su moles, guajolote, carne de cerdo, barbacoa, su coca y su cerveza”.

 

Su hijo Miguel, comentó: A él le gustaban las tradiciones, gracias a él las seguimos.

 

Su esposa, la Sra. Juliana Pablo, lo recuerda como un hombre trabajador. Era campesino, sembraba nopales y también era carnicero, mataba cerdos.

 

Muy orgullosa, la familia Toxcoyoa Pablo nos invitaron a conocer su ofrenda y por supuesto el equipo de Cholollan Radio, estuvo ahí.

 

 

«La gorra de Malverde»

Lo que llamó nuestra atención de esta tumba justamente fue esa gorra de Malverde sobre la Cruz. El chico en la imagen es Sergio, nieto de Nestor Mixcoatl.

 

Le preguntamos a Sergio, el por qué la había dejado, a lo cual muy fresco contestó: ¡Pues para que me recuerde!

 

La Familia Mixcoatl Zecuitl, estaba reunida para honrar la memoria de Don Nestor.

Platicamos con la Sra. María de los Ángeles Zecuitl:

 – ¿Qué es lo que más le gustaba a su esposo en vida?

Sin dudarlo respondió que el alcohol y las mujeres… (risas). Era muy alegre, tenía muchos amigos y enemigos, pero más amigos.

 

Al preguntarle cómo se habían conocido Don Nestor y Doña Ma. De los Ángeles, generó la curiosidad de sus nietos, se acercaron y pidieron guardar silencio.

 

¡La abuela iba contar cómo conoció al abuelo!

 

“Nos conocimos en un baile, él era amigo de una amiga” –Contesto Ma. de los Ángeles Zecuitl.

 

Ese día, Sergio y sus primas conocieron algo más de sus abuelos.

 

 

«Julia»

Mientras familias enteras van a visitar, limpiar, decorar y arreglar las tumbas de sus seres queridos en estas fechas, hay personas que solitas, solitas y su amor o gratitud hacia ellos, las mueve para visitarlos, a pesar de la apatía de los que se supone deberían estar agradecidos con sus padres.

 

En la imagen, Julia Coatl Flores, quita la hierba mala de la tumba se sus padres Lucas y Dolores, quienes en vida trabajaron como campesinos.

 

En su ofrenda su molito y panes no faltaron, para que esta mujer que perdió a sus padres a los 63 años de edad celebrara el día de los fieles difuntos.

 

 

«Los Michua Coatl»

¡Lo prometido es deuda!

La familia Michua Coatl, sabe que el arreglo de su tumba es uno de los más vistosos y tradicionales de todo el camposanto de Tlaxcalancingo.

 

Nos contaron que año con año, medios de comunicación locales los entrevistan para saber más acerca de sus tradiciones, peeeero, nunca han visto esos reportajes.

 

Sí este es el primero que ven, es un honor para el equipo de Cholollan Radio, como un medio de comunicación local, que comunidades y pueblos más allá del nuestro, conozcan el hermoso trabajo que en familia realizan para recibir a las almas de María de la Luz Coatl Coatl y de Remedios Coatl Coatl, abuela y madre de los entrevistados, respectivamente. La idea para decorar de una manera diferente fue de Ascensión Michua, hijo de Doña Remedios.

 

“El año pasado fue un altar, este año es como una especie de cunita, en honor una prima que también está aquí, pero murió de niña” –nos cuenta Ascensión.

 

Gisela Michua, hermana del entrevistado, nos compartió el orgullo que siente al ser parte de esta tradición, reconoce la importancia de que nuestras raíces sigan vivas y sean conocidas en todo el mundo.

 

Preguntamos qué alimentos quisieran que se pusieran en sus ofrendas en un futuro (lejano, claro está). Al principio no nos quería contestar y decían que dependía de lo que sus familias quisieran.

 

Una de las hijas de Ascensión, respondió sin chistar: A mi papá le pondría su tequila. ¡Algo le conocerán!

 

Celebramos que hayan familias que con el ejemplo inculcan a sus hijos el valor de las tradiciones y a sobresalir en lo que hagan.

 

 

«La pesadilla»

Ella es Rosa Huanetl Xinatl, junto con su familia la encontramos arreglando ramos de cempasúchil y flor de terciopelo para adornar las tumbas de sus familiares. Como muchas abuelas, busca dejar su legado en sus nietos, que conozcan y vivan las tradiciones de su comunidad.

 

Mientras nos contaba de toooooodo lo que les ponía en la ofrenda a sus muertitos, no pudimos evitar desear ser parte de su familia, mínimo hacernos amigos de esas almas, para que nos invitaran un taquito de esa barbacoa, moles, tamales de todo tipo, una copita de esa botella “El Ranchito”, un refresco o unos churrumaiz.

 

¡Ah! Pero muy ruda Doña Rosa, amenaza a sus hijos y nietos: –Si no siguen toda la tradición, les voy a dar pesadillas, vengo por ustedes y ¡se van a arrepentir!

 

 

«Los árboles del bachiller»

Ellos son la familia Flores Cuaya. Visitaron la tumba de su papá Don Salomé Flores, quien en el apellido llevaba la vocación.

 

Sus 4 hijos y su esposa la Sra. Teresa Cuaya, muy orgullosos nos platicaron del amor y “buena mano” que Don Salome tenía para la jardinería. Él fue obrero, pero muchos años trabajó de intendente en el Bachiller Cuauhtémoc.

 

“Él sembró toooodos los árboles de Bachillerato” –Nos cuenta su hijo.

 

Gracias Don Salomé, por toda la vida que sembró.

 

 

«Bendito Nixtamal»

¿Qué tiene que ver un Nixtamal en esta historia?

 

Resulta que si Don Félix Toselotl y Doña Juana Coyotl, no hubieran estado en ese preciso momento, ese día a esa hora en aquel Nixtamal, esta familia nunca hubiera existido.

 

Como de película, Don Félix enamoró a Doña Juana, siendo ella “la hija del patrón”. Hoy esta historia de amor se ve representada en las flores, velas y reunión de sus hijos y nietos.

 

Gracias a la Familia Toselotl Coyotl por compartir tan lindo recuerdo.

 

 

«Ella se llamaba Martha»

Era imposible no ver ese hermoso arco y arreglos florales, además de la ofrenda sobre aquella tumba. ¡Chin!, ¡ya no hay nadie!, dijimos al llegar.

 

Preguntamos si había algún familiar que nos compartiera la historia de las personas que yacen en ese lindo lugar. Afortunadamente, encontramos a Patricia García Tzompa, nieta de Don Bartolomé Tzompa e Isabel Cuaya, q.e.p.d.

 

 “A mi abuelo le gustaba mucho el güin, o el alcohol, era una persona muy alegre. Le cantaba a mi abuela, ella se llamaba Martha. Le cantaba en su dialecto. Cuando éramos chiquitos y mi abuela estaba echando tortilla, mi abuelo se paraba enfrente de la cocina y le gritaba ¡ella se llamaba Martha! No sabemos si por hacerla enojar o se lo hacía en plan de burla… Cuando ella se enojaba, mi abuelo le cantaba Chabela, Chabela. Le empezaba con la Martha y acababa con la Chabela”.

 

Y sí, además del jiji-jojo que caracterizaba a Don Bartolomé, fue un hombre muy religioso, varios años fue Mayordomo. Hasta la fecha, la familia conserva el estandarte de la Virgen de Guadalupe que resguardaba este hombre tan alegre y agradable.

 

Así lo recuerda Patricia, por lo tanto, creemos que esa hermosa ofrenda y arreglos florales no es más que el reflejo de lo que la pareja fue en vida. Esperamos que en el más allá, estos abuelos singulares sigan riendo y bailando al ritmo de “Ella se llamaba Martha”.

 

 

«Serpientes»

Familia Izcoatl Coatl (de ahí el título de serpientes). Nos acercamos a ellos, por que se veían muy contentos, compartiendo un fresco o pulque, mientras terminaban de acomodar el cempasúchil y el terciopelo en las tumbas de Doña Esperanza Izcoatl Cuaya y Don Remigio Coatl Coyotl.

 

Tuvieron 10 hijos. Una de ellas nos respondió: –Eran campesinos, se dedicaban a sembrar y de ahí a llevarlo al mercado. Vendían maíz, frijol, calabaza, chiles y verduras. Aquí están sus espíritus y ellos viven en nuestros corazones.

 

El Yerno dice que les gustaba mucho el campo… se dedicaron a la venta de la hoja de tamal, que compraban en comunidades de la falda del volcán.

 

Juzguen ustedes la alegría de esta familia al celebrar la compañía de las visitas.

 

 

«Tractorista»

Ellos son la Familia Flores Popoca, visitando la tumba de su padre y hermanos. Don José Onorato Flores Chiquito descansa en este pantéon, era muy chambeador, así lo recuerdan sus hijos. Fue campesino, tractorista, nos especificaron sus hijas. Trabajaba de 5 de la mañana a las 8 de la noche.

 

Bernardina Popoca Cuaya, su esposa, con un poco de trabajo, recordó que le gustaba las habas, los nopales y su mole verde. Años antes de su muerte sobrevivió a una operación a corazón abierto, sin embargo, la flaca ya tenía lista su partida en el 2013.

 

Los Flores Popoca, conservan vivas las tradiciones: –Nos identifican como mexicanos y nos sirven para mantener el recuerdo de nuestros antepasados, dice una de las nietas que se observa detrás de la foto cargando con un rebozo azul a quien fuera el bisnieto de Don José Onorato Flores Chiquito.

 

 

«Al que madruga, Dios le ayuda»

Familia Amaxal Toribio.

Doña Paula Toribio y Don Pilar Amaxal, acompañados de sus hijos y nietos visitaron a sus seres queridos. Cuando llegamos, se encontraban contemplando el resultado del trabajo de esa mañana, sentados alrededor de la tumba de sus parientes que se adelantaron en el camino.

 

El papá de la señora Paula era albañil, sus padres les enseñaron el valor de madrugar y trabajar.

 

“Me acuerdo cuando nos regañaba, que nos alevantemos temprano, que nos enseñáramos a trabajar. Mi mamá nos enseño a hacer el trabajo de la casa, que nos apúremos a hacer el desayuno temprano…” ¡Ah!, porque eso sí, sus padres salían temprano a trabajar, pero bien desayunaditos.

 

En la ofrenda de este año, no faltó el mole, “la coca”, la carne de puerco y guajolote, zapote negro, jícama, cacahuates y frutas de temporada. ¡Mmmm! ¡Bien cachetones que regresaron esas ánimas!

 

Don Pilar, visita con cariño a su mamá, quien realmente era su madrina, pues perdió a su madre biológica cuando apenas tenía 2 meses.

 

No cabe duda de que nuestro legado en esta tierra radica en el ejemplo que le dejemos a nuestros hijos, cuando la familia Amaxal Toribio y sus antepasados nos regalan la lección de que “Al que madruga (y trabaja), Dios le ayuda”.

 

                     

 

Aunque el refrán dice que “de golosos y tragones están llenos los panteones”, nosotros nos topamos con personas que fueron muy trabajadores, alegres, que dejaron grandes valores a su descendencia, que amaban al campo y a la naturaleza, algunos que tuvieron que dejar su tierra en busca de una mejor vida, pero que al final de cuentas ya descansan en la tierra que los vio nacer.

 

Gracias a todos ellos, los que se fueron y los que se quedan, pues son ustedes quienes nos inspiran para continuar con nuestra labor, siendo un medio de comunicación propio de nuestras comunidades, de nuestra gente, de nuestras costumbres y tradiciones.

 

A todas las ánimas que anduvieron por aquí ¡gracias por su visita! Siguen vivos en la mirada de sus hijos o en los gestos de sus nietos, ustedes están en nuestros pensamientos y corazones. Nos vemos el próximo año.

 


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